Autores: | Lic. Médico Cirujano
Nancy Rodríguez Trejo
Franco Andrade Usmar de Jesús
La resistencia a los antimicrobianos es un fenómeno de carácter mundial, al constituir uno de los principales problemas en salud más graves en la actualidad, sus inicios fueron en el año 1940 donde empezó una revolución de las enfermedades infecciosas, ocasionando la capacidad de los microorganismos de tolerar concentraciones de antibióticos clínicamente relevantes los cuales no han dejado de evolucionar dejando a un lado los antimicrobianos, no obstante, este proceso se ha acelerado y expandido mundialmente por diversos factores como: la exposición a contaminantes ambientales desinfectantes, uso de metales pesados y por supuesto uso excesivo de medicamentos antimicrobianos, los cuales pueden promover la expresión de genes presentes en el genoma o elementos extracromosomales.
Existen dos teorías sobre cómo los organismos adquieren diversas características para sobrevivir y mantenerse en un ambiente determinado.
● Teoría de adaptación de Lamarck, se basa principalmente en la evolución por cambios fenotípicos y genotípicos a lo largo del tiempo, lo que permite al organismo adaptarse al medio modificado, transmitiendo estas mutaciones de una generación a otra.
● Teoría de selección natural de Darwin, les da mayor importancia a cambios al azar, lo que le da ventajas a ciertos microorganismos, donde solo sobreviven aquellos que permiten adaptarse a diferentes características del medio.
La adaptación y evolución de las bacterias es ocasionada por la acción de enzimas adaptativas que hidrolizan el antibiótico, a partir de esto comienzan a surgir en microorganismos susceptibles que son sometidos a diferentes concentraciones de medicamentos generando variantes resistentes.
La enfermedad por COVID-19 se detectó a principios de diciembre de 2019, como una neumonía de origen desconocido en la ciudad de Wuhan, China. A partir de ello, se identificaron una serie de neumonías de origen desconocido que poseían una gran facilidad para su expansión. Las autoridades sanitarias relacionaron esta enfermedad con las epidemias previas de coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV) producida en el año 2003 y del síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS) ocurrida en 2012. Sin embargo, esta nueva epidemia provoca más fallecimientos, aunque con una menor letalidad.
En consecuencia, la pandemia por el SARS-CoV-2, ha generado uno de los fenómenos víricos más importantes del siglo XXI, un virus con gran capacidad de contagio y de mutar, todo por una vía en común, la vía respiratoria, la gran contagiosidad demostrada y el rápido intercambio de bienes y personas.
El panorama actual es que la epidemia sigue extendiéndose a nivel mundial con distintas fases evolutivas en los diferentes continentes, con un número creciente de afectados y fallecidos a pesar de una menor letalidad del virus, sea por la menor virulencia del mismo, la mejor comprensión de la enfermedad entre el personal sanitario y la menor saturación hospitalaria por nuevos casos. A pesar de ello, la pandemia sigue activa afectando especialmente a los adultos mayores, con comorbilidades asociadas y pertenecientes a grupos sociales menos favorecidos.
Existen diversos grupos de personas que debido a la falta de información consideran que automedicarse con antibióticos les ayudara a prevenir infecciones como la de la actual pandemia, sin embargo, infección por COVID-19 es causada por un virus y, por lo tanto, no deben utilizarse antibióticos a modo de prevención o tratamiento.
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Resistencia antimicrobiana y el impacto por Covid-19
“No podemos descuidar que la mayor incidencia de resistencia a los antimicrobianos, puede atribuirse al uso excesivo de agentes antimicrobianos durante la pandemia de COVID-19” (Ukuhor, 2020)
Debido a la inesperada pandemia por COVID-19, se ha informado que ha aumentado la necesidad del emplear agentes antimicrobianos en comparación con años anteriores. La alta tasa de utilización de antibióticos para pacientes infectados con el SARS-CoV-2, particularmente en casos graves de COVID-19, podría deberse a lo siguiente:
Como las presentaciones predominantes de SARS-CoV2 (tos, fiebre e infiltrados radiológicos) también son manifestaciones básicas de neumonía bacteriana adquirida en la comunidad, los médicos pudieron añadir de forma alternativa un antibiótico de amplio espectro a pesar de la sospecha de origen viral.
La ansiedad y la incertidumbre con respecto al COVID-19, así como la ausencia de un eficaz anti-SARS-CoV-2 llevaron a tratamientos sintomáticos y empíricos de una predisposición generalizada y excesiva prescripción de antibióticos.
El diagnóstico de infecciones bacterias, fúngicas o secundarias a la infección por COVID-19 son difíciles de diferenciar entre una única infección por SARS-CoV-2 y, por tanto, se puede errar en el diagnóstico y tratamiento.
Un estudio retrospectivo encontró datos alarmantes en donde sé observa un incremento de 6,7% en 2019 al 50% en marzo-abril de 2020 en la resistencia de carbapenémicos por parte de las enterobacterias (2). La teoría más aceptada parte que el Covid-19 ocasiono múltiples casos de neumonías atípicas por lo que doctores sobre todo en “países en vías de desarrollo” recentaron sin hacer uso de conciencia, antibióticos de amplio espectro con el afán de tratar a sus pacientes produciendo un incremento notable en la resistencia a antibióticos.
Datos de un estudio en Taiwán revelan con cifras abrumadoras el gran incremento de la resistencia bacteriana que se cuantificó en el Hospital Universitario Nacional de Taiwán en el periodo correspondiente de enero-junio del 2019 al periodo de enero-junio del 2020, los datos se pueden apreciar mejor en la siguiente tabla:
Casos como el escenario Taiwán se presentan en muchos países a raíz de una sobre prescripción de antibióticos durante la pandemia actual por COVID-19, un tema de alto interés pues se ha comprobado que aproximadamente la mitad de las muertes de pacientes hospitalizados con COVID-19 son atribuibles a infecciones bacterianas y fúngicas algunos de los cuales son resistentes a antibióticos y antifúngicos (3). Infecciones resistentes a los antimicrobianos, incluida la neumonía por Klebsiella, Pseudomonas aeruginosa, betalactamasa de espectro extendido, MDR E. coli, Enterococcus Chlamydia pneumoniae, Mycoplasma pneumoniae y Acinetobacter en pacientes con COVID-I9.
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¡Llamado a la acción!
“Antimicrobianos: manéjalos con cuidado” (Lema utilizado por la Organización Panamericana de la Salud todos los años en la Semana Mundial de Concientización sobre el Uso de los Antibióticos).
La resistencia es una de las amenazas más urgentes para la salud pública a nivel mundial pues según la ONU la resistencia a los antibióticos cobrará más de 10 millones de vidas en 2050. La resistencia antimicrobiana es la respuesta de los microorganismos al uso y sobre todo a su sobre uso. Produce que, por distintos mecanismos biológicos, pierdan efectividad. Las bacterias desarrollan mecanismos por lo que dejan de ser sensibles a sus efectos y resulta preciso un principio activo cada vez más agresivo y tóxico para el organismo humano.
“Por culpa de las resistencias en todo el mundo mueren unas 700.000 personas al año”
La OMS hace las siguientes recomendaciones para la población:
● Mantener una correcta higiene de manos para prevenir infecciones y disminuir la propagación de la resistencia a los antibióticos.
● Los antibióticos únicamente deben ser usados cuando los prescriba un profesional sanitario certificado.
● Terminar por completo el tratamiento y no ingerir antibióticos que hayan restado de anteriores recetas.
● Adoptar medidas de protección en las relaciones sexuales
● Mantener las vacunaciones al día.
● Cubrirse la boca y la nariz al estornudar, con un pañuelo descartable o sobre el pliegue del codo.
Todos demos recordar que el reloj corre en contra de la salud global cuando hablamos de resistencia a los medicamentos. ¡Las medidas tienen que tomarse ya! El director de la OMS alerta que hay muy pocos medicamentos nuevos que vengan a solucionarnos un problema que puede convertirse en la mayor epidemia de los próximos años.
¡El futuro de los antibióticos depende de todos!
Referencias:
1.Ukuhor, H. O. (2021). The interrelationships between antimicrobial resistance, COVID-19, past, and future pandemics. Journal of Infection and Public Health, 14(1), 53–60. https://doi.org/10.1016/j.jiph.2020.10.018.
2.Tiri, B., Sensi, E., Marsiliani, V., Cantarini, M., Priante, G., Vernelli, C., ... & Cappanera, S. (2020). Antimicrobial stewardship program, COVID-19, and infection control: Spread of carbapenem-resistant Klebsiella pneumoniae colonization in ICU COVID-19 patients. What did not work?. Journal of clinical medicine, 9(9), 2744.
3.Cox, M. J., Loman, N., Bogaert, D., & O’Grady, J. (2020). Co-infections: potentially lethal and unexplored in COVID-19. The Lancet Microbe, 1(1), e11. https://doi.org/10.1016/s2666-5247(20)30009-4.
4.Lai, C. C., Chen, S. Y., Ko, W. C., & Hsueh, P. R. (2021). Increased antimicrobial resistance during the COVID-19 pandemic. International Journal of Antimicrobial Agents, 57(4), 106324. https://doi.org/10.1016/j.ijantimicag.2021.106324.
5.Semana mundial de concienciación sobre el uso de los antimicrobianos 2020. (2020, 18 noviembre). Organización Mundial de la Salud (OMS). Recuperado 9 de diciembre de 2021, de https://www.who.int/es/campaigns/world-antibiotic-awareness-week/2020.
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